elpais. Los viernes, días de pago, a los tsotsis (ladrones) se les alargan los dientes. La gran mayoría de los surafricanos, los que trabajan en la agricultura, las empleadas domésticas (buena parte de la población femenina negra) y los pensionistas no tienen cuentas corrientes, así que cobran en metálico. Carne de cañón para el tsotsi. Wizzit, un banco que funciona sólo a través del móvil y con tecnología adaptada a todas las operadoras, se abre camino en Suráfrica entre los trabajadores más humildes, que no sólo se ven libres de atracos. También ahorran tiempo y dinero en transporte para llegar a los bancos para enviar dinero a sus familias, pagar electricidad y alquiler o recargar el móvil. En Suráfrica hay 900 millones de euros escondidos en los colchones. Un total de 16 millones de ciudadanos (la mitad de la población adulta) no disponen de cuenta bancaria. “Pero son 30 millones los surafricanos que disponen de móviles. Nosotros hemos conseguido poner la tecnología al servicio de los sinbanco”, explica Brian Richardson, director de Wizzit.


 

Para un trabajador agrícola, con sueldos de 850 rands al mes (66 euros), la exigencia de algunos bancos de mantener un saldo mínimo de 50 rands (4 euros) o tener que pagar cuotas mensuales es un imposible. Además, buena parte de campesinos o residentes en los guetos tienen que desplazarse mucho para llegar al banco.

Wizzit, una división del Banco Surafricano de Atenas Ltd, nació en 2005 con un producto estrella: no hay que desplazarse, no hay cuotas mensuales o mínimos que mantener, (se pueden dejar durmientes, importante para los temporeros) y sólo cobran por transferencia realizada, entre 1,99 y 5 rands (0,1 y 0,38 euros).

Sin cuotas

“Los bancos tradicionales cobran cuotas mensuales y es normal, tienen que mantener sucursales, personal, etcétera. Nosotros no. Su mercado no es el nuestro y nosotros llevamos el banco allá donde están los sinbanco”, dice Richardson.

Ya hay 2.000 Wizzkids, trabajadores que el banco, previa formación, emplea para que lleguen a las áreas rurales, a los guetos y enseñen su funcionamiento. Anteriormente sin trabajo, cobran por cuenta abierta y por hacer un seguimiento del cliente. “Al principio cuesta un poco. La mayoría nunca habían tenido una cartilla y el concepto de dinero electrónico es difícil de enseñar, pero es como montar en bici, primero haces eses y al final vas sin manos”, dice el director de Wizzit.

El bancomóvil tiene más de 250.000 clientes, la mayoría en áreas rurales. “Nadie quiere, con la delincuencia actual llevar dinero en los bolsillos y, además, todos saben que eso es caro: en metálico te lo gastas”. Marisa van der Heever, una agricultora de Mpumalanga, en el norte del país, está de acuerdo: “Una vez que los empleados conocen la dinámica del banco, empiezan a ahorrar”. Uno de sus trabajadores le confesó tener ahorrados 1.200 rands (con un salario de 900).

El responsable de las áreas rurales de Wizzit, Beyers Coetzee, no duda en volar con un biplano a las zonas más alejadas para reclutar nuevos clientes.

En 20 segundos, sin colas y sin necesidad de faltar al trabajo, el nuevo cliente es provisto de la tarjeta SIM de Wizzit y de una tarjeta Maestro con la que compran en tiendas.

Richardson está convencido de que Wizzit puede ser una solución mundial: “de los 6.000 millones de personas en el mundo, 5.000 no tienen cuentas corrientes, pero 4.000 tienen móvil”. La Corporación Financiera Mundial, miembro del Banco Mundial, ha decidido participar en un 10% en Wizzit para su expansión global.

WIZZIT: www.wizzit.co.za